Un viejo maestro iba enseñar a sus discípulos por qué muchas personas viven atadas a una vida de mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar.
Para impartir su lección al aprendiz, el maestro había decidido visitar alguno de los lugares más pobres y desolados de la provincia.
Después de caminar un rato largo encontraron la casa más humilde de todas.
En esa casa tan pobre vivían ocho personas que vivían en una profunda miseria y su única posesión era una vaca que proveía a la familia con el poco alimento que les daba.
Allí el maestro le dijo a su discípulo que le iba aprender un a lección y degolló a la vaca.
El maestro y el joven siguieron su camino y un año más tarde los dos hombres regresaron nuevamente para ver como estaría la familia sin la vaca.
En lugar de ver la casa pobre encontraron en el mismo lugar una casa grande.
El discípulo decidió llamar a la puerta para averiguar la suerte de los antiguos moradores y cuál fue su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda.
El joven le preguntó como fuera posible que salieran de la pobreza y el hombre le relató que su reacción ante la muerte de la vaca fuera de desesperación y angustia pero, poco después de ese día, decidieran limpiar algo del terreno de la parte de atrás de la casucha y plantar vegetales y legumbres para poder alimentarse.
Poco a poco empezaron a venderlos en el mercado y así pudieron obtener dinero suficiente para mejorar sus vestimentas y construir una nueva vivienda.
Así que el joven entendió la lección que el maestro le quería enseñar ya que ellos estaban conformes con su vaca y no buscaban otra salidas pero en cuanto les faltó decidieron buscar algo más y así mejoraron su situación.
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